Puerto Vallarta, 22 de mayo de 2025 – Francisco Hernández Corona, un inmigrante indocumentado de 34 años graduado de Harvard, y su esposo, Irving Hernández Corona, ciudadano estadounidense, tomaron la difícil decisión de abandonar Estados Unidos y establecerse en México debido al clima de temor generado por las políticas migratorias de la nueva administración. La pareja, que se casó el pasado otoño tras tres años de noviazgo, huyó a Puerto Vallarta hace tres semanas, buscando seguridad y un nuevo comienzo.
Francisco relató que la presencia constante de agentes de ICE y las deportaciones a países como El Salvador los llevaron a tomar esta decisión. “Empezamos a ver a ICE por todas partes. Llamaban a la puerta y me aterrorizaba”, confesó. Irving añadió: “Nunca fue nuestra intención irnos en estas circunstancias. Nos fuimos, básicamente huyendo”.
La pareja encontró en México una cálida bienvenida. “Nos decían: ‘¡Bienvenidos a casa!’”, compartió Francisco. Sin embargo, la tristeza de dejar atrás a su familia en Estados Unidos persiste. “A veces nos abrazamos y lloramos por lo que dejamos”, admitió Irving.
Francisco, originario de México, llegó a Estados Unidos a los 10 años tras cruzar el desierto con un coyote, una experiencia que describe como “los tres peores días de mi vida”. Se estableció en Lennox, cerca del aeropuerto de Los Ángeles, y destacó académicamente, logrando ser aceptado en Harvard en 2009, donde se graduó en psicología clínica en 2013. Su camino estuvo marcado por tragedias, como la muerte de su madre por una enfermedad rara cuando él estaba en el último año de secundaria. Tras quedarse solo, sus profesores lo apoyaron para que pudiera completar sus estudios e ingresar a la prestigiosa universidad.
En 2012, Francisco se acogió al programa DACA, que le permitió vivir y trabajar en EE.UU. sin temor a la deportación. Sin embargo, no renovó su estatus y solicitó un visado VAWA debido a los abusos sufridos por él y su madre a manos de su padre. La demora de más de una década en el procesamiento de este visado, junto con su entrada irregular al país cuando era niño, lo dejó sin opciones legales para permanecer en EE.UU. “No importa que tuviera 10 años, que sangrara en el desierto o llorara solo. La ley dice que no puedes quedarte en el lugar que llamas hogar”, lamentó.
Tras casarse con Irving, Francisco enfrentó nuevos obstáculos. Sus abogados le recomendaron cancelar su luna de miel en Puerto Rico por temor a que fuera detenido, lo que los llevó a optar por la autodeportación. “Es un lugar tan odioso, un entorno tan odioso”, expresó Irving sobre su experiencia en EE.UU.
Ahora en México, la pareja trabaja de forma remota y planea sus próximos pasos. Francisco espera visitar la tumba de su madre, quien fue repatriada tras su muerte, y cumplir con su deseo de haberle dado una vida mejor. Aunque sueña con regresar algún día a EE.UU. para criar a sus hijos y enviarlos a Harvard, por ahora busca construir un futuro en México, donde finalmente se sienten seguros.
Imágen cortesía: Telemundo