Un creciente número de transportistas mexicanos ha visto revocadas sus visas de trabajo en Estados Unidos en las últimas semanas, a raíz de una nueva medida implementada por la administración del presidente Donald Trump. La causa: la falta de dominio del idioma inglés.
La política, resultado de una orden ejecutiva firmada en abril, establece mayores exigencias lingüísticas para los operadores de carga que cruzan la frontera con fines laborales. Según el Gobierno estadounidense, la medida busca reforzar la seguridad vial, argumentando que los conductores deben ser capaces de leer señales de tránsito y comunicarse eficazmente con las autoridades locales.
Sin embargo, la decisión ha generado preocupación en la industria del transporte y el comercio binacional. “Hay operadores que han perdido su visa por cinco años. Esto tiene un impacto inmediato y profundo”, señaló Ana García, vocera de la empresa especializada en gestión migratoria Visa Americana.
Los conductores afectados, muchos de ellos con años de experiencia cruzando la frontera, ahora enfrentan la imposibilidad de ingresar a EE. UU., lo que limita su capacidad de trabajo y afecta directamente las cadenas de suministro. El sector teme retrasos, aumento de costos logísticos y una reducción en la disponibilidad de operadores capacitados para realizar cruces internacionales.
Organizaciones de transportistas y cámaras empresariales ya han solicitado a las autoridades estadounidenses reconsiderar el alcance de la medida, advirtiendo que podría poner en riesgo el flujo comercial entre ambos países.
A pesar de los llamados al diálogo, la administración Trump ha mantenido firme su postura, señalando que la norma se aplica por igual a todos los conductores internacionales y que no está dirigida específicamente contra México.
La tensión en el sector crece, mientras cientos de transportistas se enfrentan a un futuro laboral incierto y la frontera norte se convierte nuevamente en el centro de una disputa migratoria con profundas implicaciones económicas.