Este 8 de agosto se celebra el Día Internacional del Gato, una fecha que rinde homenaje a uno de los animales de compañía más queridos en el mundo, conocidos por su elegancia, independencia y sorprendente vínculo con los humanos.
Establecida en 2002 por el Fondo Internacional para el Bienestar Animal, esta jornada busca fomentar el respeto, el cuidado responsable y la adopción de felinos, además de impulsar campañas de esterilización para combatir el abandono y la sobrepoblación.
En este contexto, la Fundación Antonio Haghenbeck y de la Lama I.A.P. anunció jornadas gratuitas y de bajo costo para la esterilización de gatos y perros durante agosto. Las actividades se llevarán a cabo en diversas alcaldías de la Ciudad de México —entre ellas Iztapalapa, Milpa Alta, Gustavo A. Madero y Cuajimalpa— así como en municipios del Estado de México como Texcoco, Chalco, Valle de Chalco, Tenango del Aire, y más. Las fechas y sedes específicas pueden consultarse semanalmente en la página oficial de Facebook del programa.
Más allá de su ternura, los gatos son criaturas fascinantes desde el punto de vista científico. Por ejemplo, su sentido del oído es mucho más agudo que el de los humanos: pueden detectar frecuencias de hasta 65 mil Hz, comparado con los 20 mil Hz que capta una persona. Sus orejas, equipadas con 32 músculos, pueden girar 180 grados y moverse de forma independiente, lo que les permite localizar sonidos con una precisión sorprendente.
Otro rasgo distintivo es la textura rugosa de su lengua, causada por papilas filiformes. Esta particularidad les permite acicalarse eficientemente: al lamerse, eliminan parásitos, distribuyen grasa natural en su piel y regulan su temperatura. Según la doctora Tania Díaz Hernández, del Hospital Veterinario de Especialidades de la UNAM, el acicalamiento también es un indicador de salud. “Cuando un gato deja de hacerlo o lo hace en exceso, puede ser señal de un problema físico o emocional”, advierte.
En este Día Internacional del Gato, los especialistas coinciden: la mejor forma de celebrarlos es cuidándolos, llevándolos al veterinario regularmente, promoviendo la adopción y, por supuesto, dedicándoles tiempo de juego y cariño. Porque detrás de cada “michi” hay un mundo de ciencia, instinto y afecto.
