Ciudad del Vaticano, 8 de septiembre de 2025 – En una ceremonia celebrada este domingo en el Vaticano, el papa León XIV proclamó santo a Carlo Acutis, un joven italiano de 15 años conocido por su devoción religiosa y su pasión por la tecnología. Acutis, fallecido en 2006 a causa de leucemia, se convierte en el primer santo “millennial”, marcando un hito en la historia de la Iglesia Católica al conectar la fe con la era digital.
Nacido en Londres en 1991 y criado en Milán, Carlo Acutis destacó desde joven por su compromiso espiritual y su habilidad para usar internet como herramienta de evangelización. Apodado “el influencer de Dios”, creó una página web para difundir información sobre milagros eucarísticos, un proyecto que continúa inspirando a creyentes en todo el mundo. Su vida, marcada por la generosidad, la humildad y un amor profundo por la fe católica, lo convirtió en un modelo para las nuevas generaciones.
A pesar de su interés por los videojuegos y la programación, Acutis vivía su fe con autenticidad, asistiendo diariamente a misa y ayudando a los necesitados. Su canonización, aprobada tras la verificación de dos milagros atribuidos a su intercesión, resalta su capacidad de unir la espiritualidad con el mundo moderno. El primero de estos milagros fue la curación inexplicable de un niño brasileño en 2013, y el segundo, la recuperación de una joven en 2022.
La ceremonia de canonización, presidida por el papa León XIV, atrajo a miles de fieles, quienes celebraron la elevación a los altares de un joven cuya vida resuena con los valores y desafíos de la juventud actual. “Carlo Acutis nos enseña que la santidad es posible en el mundo digital, usando las herramientas de nuestro tiempo para acercarnos a Dios”, afirmó el pontífice durante su homilía.
El legado de Acutis trasciende fronteras, y su historia continúa inspirando a jóvenes católicos a vivir su fe de manera activa y relevante en la sociedad contemporánea. Su canonización refuerza el mensaje de la Iglesia de adaptarse a los tiempos modernos sin perder de vista sus raíces espirituales.
Imágen cortesía: El Observador
