11 de noviembre de 2025
Lausana, Suiza
El Comité Olímpico Internacional (COI) se encuentra en las etapas finales de un cambio radical en su política de inclusión: una posible prohibición total de la participación de mujeres transgénero en las categorías femeninas de todos los deportes olímpicos. La medida, impulsada por la presidenta del organismo, Kirsty Coventry, podría implementarse a partir de principios de 2026, justo antes de los Juegos de Invierno en Milán-Cortina d’Ampezzo y con miras a los Juegos de Los Ángeles 2028.
Aunque el COI insiste en que “aún no se ha tomado ninguna decisión”, una revisión científica presentada la semana pasada por la directora médica y científica del comité, la Dra. Jane Thornton, concluye que las atletas nacidas varones mantienen ventajas fisiológicas permanentes —como mayor fuerza muscular y densidad ósea— incluso después de reducir sus niveles de testosterona. Esta evidencia ha generado un “apoyo abrumador” entre los miembros del COI, según declaraciones de Coventry, quien durante su campaña electoral prometió formar un grupo de trabajo para “proteger la integridad de la categoría femenina”.
Hasta la fecha, el COI ha delegado en las federaciones deportivas individuales la definición de reglas de elegibilidad por género, permitiendo en muchos casos la participación de mujeres trans si cumplen con umbrales hormonales específicos. Sin embargo, este enfoque ha sido criticado por su inconsistencia: mientras el atletismo y la natación ya vetan a atletas trans que hayan pasado por la pubertad masculina desde 2022 y 2023, respectivamente, deportes como el fútbol permiten su inclusión bajo ciertas condiciones.
La posible nueva directriz alinearía al COI con una tendencia global hacia normativas más estrictas. En julio de 2025, World Boxing introdujo pruebas de género obligatorias tras la polémica en París 2024 con las boxeadoras argelina Imane Khelif y taiwanesa Lin Yu-ting, suspendidas previamente por la Asociación Internacional de Boxeo (IBA) por irregularidades en pruebas de elegibilidad, pero autorizadas por el COI al contar con pasaportes femeninos. En Estados Unidos, el presidente Donald Trump firmó en febrero una orden ejecutiva que prohíbe la participación de mujeres trans en deportes femeninos, extendiendo la medida al Comité Olímpico y Paralímpico estadounidense (USOPC) y amenazando con denegar visas a atletas trans para Los Ángeles 2028.
El anuncio podría llegar en febrero de 2026, durante la 145ª Sesión del COI en Milán, evitando conflictos con la legislación estadounidense y respondiendo a demandas de equidad. Coventry enfatizó que el objetivo es “garantizar un consenso internacional que proteja la equidad y la seguridad de las atletas femeninas”, pero el Comité Paralímpico Internacional ha expresado reservas, abogando por políticas adaptadas a cada disciplina en lugar de soluciones generalizadas.
Un debate cargado de controversia
La propuesta ha desatado un intenso enfrentamiento entre defensores de la inclusión y partidarios de la equidad biológica. Críticos, incluyendo organizaciones de derechos humanos, argumentan que tales prohibiciones violan principios de no discriminación y podrían excluir injustamente a atletas trans, recordando casos como el de la halterófila neozelandesa Laurel Hubbard, primera mujer trans en competir en unos Juegos Olímpicos (Tokio 2020), donde no logró medallas pero generó un debate global.
Por otro lado, atletas y federaciones sostienen que las ventajas post-pubertad masculina —estimadas en hasta un 10-20% en fuerza y velocidad— comprometen la competencia justa. La medida también podría extenderse a atletas con diferencias en el desarrollo sexual (DSD), afectando a competidoras como la sudafricana Caster Semenya, excluida desde 2019 por regulaciones de testosterona.
En el Reino Unido, la Federación Inglesa de Fútbol y la Junta de Críquet de Inglaterra y Gales implementaron vetos similares este año, aunque enfrentan demandas judiciales. Mientras el COI evalúa pruebas de sexo no invasivas, expertos advierten sobre implicaciones éticas, recordando que pruebas cromosómicas como las de 1968 fueron abandonadas por ser “no científicas y discriminatorias”.
Con solo un puñado de atletas trans habiendo competido en Juegos desde 2004 —ninguna con medallas—, el cambio busca equilibrar inclusión y fairness, pero podría redefinir el legado olímpico de diversidad. El mundo deportivo espera claridad, mientras el debate trasciende podios y se adentra en derechos fundamentales.
Imágen cortesía: CNN
