En una votación cargada de simbolismo político y fuertes divisiones partidistas, la Cámara de Representantes de Estados Unidos aprobó este jueves un polémico proyecto de ley que propone cambiar el nombre del Golfo de México a “Golfo de América”, en línea con una orden ejecutiva firmada por el presidente Donald Trump al inicio de su segundo mandato.
La iniciativa, impulsada por la congresista republicana Marjorie Taylor Greene, busca obligar a todas las agencias federales a reemplazar el actual nombre en mapas, documentos y comunicaciones oficiales. Según Greene, se trata de una medida “crucial” para reafirmar la identidad nacional y combatir, en sus palabras, “la simpatía de los demócratas por los cárteles mexicanos”.
La propuesta, sin embargo, enfrenta un camino incierto en el Senado, donde necesitará del respaldo demócrata para avanzar. En la Cámara Baja, el proyecto fue rechazado en bloque por los demócratas y un legislador republicano, quienes cuestionaron la prioridad del tema. Jared Huffman, congresista por California, criticó duramente el esfuerzo, calificándolo de “una distracción ridícula” frente a los verdaderos retos legislativos.
El cambio de nombre forma parte de una ofensiva más amplia de la Casa Blanca bajo el lema “Restaurando nombres que honran la grandeza estadounidense”, una política que también contempla la restauración de nombres históricos como el Monte McKinley. Además, el 9 de febrero fue proclamado oficialmente como el “Día del Golfo de América”.
En medio de la controversia, la relación entre el gobierno y algunos medios de comunicación se ha tensado aún más. La agencia de noticias Associated Press fue excluida tanto del Despacho Oval como del avión presidencial por negarse a adoptar el nuevo nombre en su cobertura.
Ahora, todas las miradas se centran en el Senado, donde esta propuesta —que comenzó como una iniciativa simbólica— podría convertirse en ley con profundas repercusiones diplomáticas y culturales.
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