Ciudad de México. – Alrededor de 300.000 migrantes que buscaban ingresar a Estados Unidos se encuentran ahora establecidos en México, tras verse impedidos de cruzar la frontera debido a las estrictas políticas migratorias implementadas por el Gobierno estadounidense.
Muchos de estos migrantes, provenientes principalmente de Centroamérica395, Sudamérica y el Caribe, han tenido que adaptarse a una nueva realidad: vivir y trabajar en territorio mexicano. Aunque algunos han encontrado oportunidades laborales y han iniciado procesos de integración, la mayoría experimenta un profundo sentimiento de duelo por no haber podido cumplir su objetivo de llegar a suelo estadounidense.
La restricción al acceso fronterizo, combinada con operativos de contención y devoluciones masivas, ha generado un fenómeno de asentamiento involuntario en ciudades mexicanas como Tijuana, Ciudad Juárez, Monterrey y la propia capital del país.
Organizaciones humanitarias reportan que estos migrantes enfrentan desafíos como la precariedad laboral, la falta de acceso a servicios básicos y la incertidumbre jurídica, aunque también destacan casos de resiliencia donde personas han abierto pequeños negocios, accedido a empleos formales o iniciado trámites de regularización migratoria en México.
Este flujo migratorio detenido se suma a la presión sobre los sistemas de albergue y atención en México, que ha tenido que reforzar sus capacidades de respuesta ante una población migrante en tránsito que, en muchos casos, se ha convertido en permanente.
Imágen cortesía: El País
