La reciente ofensiva ordenada por el presidente estadounidense Donald Trump contra instalaciones nucleares iraníes ha colocado a Oriente Medio en una situación de máxima tensión. Mientras la comunidad internacional observa con preocupación, Teherán evalúa sus opciones para responder, en una crisis que amenaza con escalar en múltiples frentes.
Desde Estambul, el ministro de Asuntos Exteriores iraní, Abbas Araghchi, advirtió que su país dispone de “diversas alternativas” de represalia, que van desde ataques a bases militares estadounidenses en la región hasta el posible cierre del estratégico Estrecho de Ormuz, vital para el tránsito petrolero mundial.
Expertos señalan que la participación directa de Estados Unidos podría activar a los aliados iraníes en Iraq, Yemen y Siria, pese a que fuerzas como Hezbollah han sido debilitadas en años recientes. Alrededor de 40,000 soldados estadounidenses permanecen desplegados en Oriente Medio, convirtiéndose en potenciales blancos.
Mientras tanto, los rebeldes hutíes en Yemen, respaldados por Irán, advirtieron de nuevas agresiones contra intereses estadounidenses en el mar Rojo, lo que pone en riesgo un frágil alto el fuego alcanzado semanas atrás.
Las tensiones también alcanzaron a Israel, donde un ataque con misiles iraníes dejó decenas de heridos en Tel Aviv, en lo que analistas consideran una muestra de fuerza inicial de Teherán, que podría optar por una guerra de desgaste antes de enfrentar abiertamente a Washington.
Paralelamente, crece la posibilidad de que Irán abandone el Tratado de No Proliferación Nuclear, elevando el temor a que el país acelere su carrera nuclear en respuesta a los ataques.
Las vías diplomáticas lucen casi agotadas. Funcionarios iraníes y europeos confirmaron que las conversaciones sostenidas en días recientes quedaron virtualmente paralizadas tras la ofensiva ordenada por Trump, quien, según analistas, busca enviar un mensaje contundente sin involucrarse en una guerra prolongada.
En medio de este complejo tablero geopolítico, la comunidad internacional espera con incertidumbre los próximos movimientos de Teherán, mientras el riesgo de un conflicto regional de grandes proporciones permanece latente.