22 de abril de 2025
Washington, D.C. – La amenaza de deportaciones masivas bajo la administración de Donald Trump pone en jaque a cientos de miles de inmigrantes que han vivido en Estados Unidos durante décadas, muchos con familias mixtas y raíces profundas en el país. Investigadores y activistas advierten que México y los países del norte de Centroamérica (El Salvador, Guatemala y Honduras) no están preparados para recibir a estos retornados, lo que podría agravar una crisis humanitaria.
La política de “tolerancia cero” de Trump no distingue entre inmigrantes recientes y aquellos con largos años de residencia. Según el Departamento de Seguridad Nacional (DHS), los objetivos de deportación incluyen a quienes tienen órdenes de deportación pendientes, antecedentes criminales o han violado las leyes migratorias, una falta que, aunque de carácter civil, la Casa Blanca ahora considera un delito. En 2024, estos cuatro países recibieron a 319,000 deportados, pero Trump ha prometido elevar esa cifra a un millón en su primer año, según el Migration Policy Institute (MPI).
Un futuro incierto para los inmigrantes de larga data
Entre los grupos en riesgo están unos 530,000 venezolanos, cubanos, haitianos y nicaragüenses que ingresaron entre octubre de 2022 y enero de 2023, así como 930,000 que lo hicieron mediante la aplicación CBP One, cuyo estatus depende de resoluciones judiciales tras demandas contra el gobierno. Sin embargo, los inmigrantes con décadas en EE.UU., muchos con cónyuges e hijos ciudadanos, enfrentan una amenaza aún más grave debido a la falta de planes de reintegración en sus países de origen.
María Jesús Mora y Ariel G. Ruiz Soto, investigadores del MPI, destacan en su informe “El lado olvidado de la deportación” que los retornados de larga data tienen “vínculos estrechos con Estados Unidos”, lo que complica su reintegración. “Seguir pensando que los retornados están fuera de la vista y de la mente una vez que llegan a sus países es una perspectiva miope e insostenible”, advierten, señalando que los programas actuales en México y Centroamérica son “ineficaces” y carecen de recursos para abordar las condiciones que inicialmente impulsaron la migración.
México: Sin un plan claro
Francisco Moreno, director de la Confederación de Federaciones Mexicanas en Los Ángeles, calificó el escenario como “alarmante”. En un discurso que pronunciará este miércoles ante el Congreso mexicano, Moreno exigirá un programa específico para los repatriados, quienes, según él, reciben una ayuda insuficiente: “Solo les dan 2,000 pesos (unos 100 dólares) y un pasaje en autobús. Eso no es ayuda”. Muchos deportados, añade, llegan sin casa ni recursos, cargando “años y tristeza”.
Moreno subraya la urgencia de políticas que garanticen empleos dignos, reconocimiento de habilidades laborales, apoyo en salud mental y seguridad para los retornados. “Son parte esencial de nuestra nación y de nuestro futuro”, afirma, llamando a México a “abrazar” a sus connacionales.
Centroamérica: Programas insuficientes
El Salvador, Guatemala y Honduras enfrentan desafíos similares. Aunque han implementado programas de recepción, estos carecen de financiación sostenible y capacidad institucional, según el MPI. Los recortes a la ayuda exterior estadounidense, que antes apoyaba iniciativas de reintegración, agravan la situación. Además, acuerdos como el de El Salvador para encarcelar a deportados venezolanos en el Centro de Confinamiento del Terrorismo (CECOT) reflejan la falta de estrategias claras para los retornados nacionales.
Los investigadores del MPI instan a estos países a negociar con EE.UU. no solo la recepción de deportados, sino también el fortalecimiento de su capacidad de reintegración. “El éxito de la reintegración reducirá la migración irregular recurrente”, aseguran, proponiendo una “responsabilidad compartida” entre EE.UU. y los países receptores.
Llamado a la acción
La falta de preparación para recibir a los deportados podría tener consecuencias graves. Sin programas robustos, muchos retornados enfrentarán pobreza extrema o intentarán migrar nuevamente, perpetuando el ciclo migratorio. El MPI advierte que priorizar el control migratorio sin invertir en reintegración es una estrategia con “poca visión a largo plazo”, especialmente cuando las condiciones que empujan a la migración persisten.
A medida que la administración Trump intensifica su política migratoria, la presión recae sobre México y Centroamérica para diseñar soluciones urgentes. Mientras tanto, organizaciones como la Confederación de Federaciones Mexicanas luchan por garantizar que los repatriados sean recibidos con dignidad y oportunidades, en un contexto de creciente incertidumbre.
Imágen cortesía: Francés 24