Washington, 1 de diciembre de 2025 – Rahmanullah Lakanwal, el afgano de 29 años acusado de un tiroteo mortal contra miembros de la Guardia Nacional cerca de la Casa Blanca, pertenecía a una fuerza secreta de élite que operaba bajo el mando de la CIA en Afganistán. Conocidas como Unidades Cero o Unidades de Ataque Nacional, estas tropas afganas realizaban misiones de alto riesgo contra comandantes talibanes, salvando vidas de soldados estadounidenses en el campo de batalla. Sin embargo, tras su evacuación a Estados Unidos en 2021, miles de estos veteranos han languidecido en un limbo legal, sin permisos de trabajo ni estatus permanente, lo que ha exacerbado su trauma de guerra y generado desesperación, según defensores y exfuncionarios de inteligencia.
Lakanwal, originario de la provincia de Khost y residente en Bellingham, Washington, junto a su esposa y cinco hijos, fue sometido a exhaustivos controles de seguridad antes de unirse a la unidad y durante su servicio, destacaron antiguos oficiales de la CIA y militares. La agencia supervisó personalmente su evacuación tras la caída de Kabul, y su solicitud de asilo fue aprobada en abril de 2024, bajo la administración Trump. A pesar de ello, las autoridades federales ahora alegan que se radicalizó en suelo estadounidense, posiblemente a través de conexiones en su comunidad, y el Departamento de Seguridad Nacional (DHS) ha suspendido temporalmente los procesos de asilo para migrantes afganos bajo nuevas normas postataque.
El incidente ocurrió la semana pasada, cuando Lakanwal condujo miles de kilómetros por el país y abrió fuego contra dos guardias nacionales recién juramentados, matando a Sarah Beckstrom, de 20 años, e hiriendo gravemente a Andrew Wolfe, de 24. Herido en el tiroteo con las fuerzas de seguridad, enfrenta cargos de asesinato en primer grado y otros delitos graves, anunció la fiscal federal Jeanine Pirro. El motivo permanece bajo investigación por el FBI, que explora exhaustivamente posibles influencias. Un familiar de Lakanwal, con voz entrecortada, expresó su incredulidad ante NBC News: “Necesito su ayuda para saber por qué ocurrió esto. Él luchó al lado de los estadounidenses”.
La secretaria de Seguridad Nacional, Kristi Noem, afirmó este domingo en Meet the Press de NBC que “creemos que fue a través de conexiones en su comunidad y estado de origen, y vamos a seguir hablando con quienes interactuaron con él”. Noem indicó que los procesos de asilo se reanudarán una vez resueltos los retrasos pendientes.
El presidente Donald Trump ha respondido con dureza, exigiendo una revisión exhaustiva de todos los afganos admitidos en EE.UU. y la suspensión de nuevas solicitudes de inmigración afgana. “Este animal nunca habría estado aquí si no fuera por las peligrosas políticas de Joe Biden, que permitieron que innumerables delincuentes sin investigar invadieran nuestro país”, declaró la portavoz de la Casa Blanca, Abigail Jackson, culpando directamente a la administración anterior. Funcionarios gubernamentales han afirmado, sin evidencia, que Biden no investigó adecuadamente a Lakanwal, pese a los múltiples vetos de seguridad confirmados por exfuncionarios.
Expertos en inteligencia subrayan que ninguna pesquisa elimina por completo el riesgo de radicalización. “La investigación puede ayudar a mitigar las amenazas, pero no las elimina”, explicó Geeta Bakshi, exagente de la CIA en Afganistán y directora de FAMIL, una ONG que apoya a las Unidades Cero. “Es difícil decir qué motivó a este individuo a actuar de una manera tan violenta y horrible. Nunca se sabe lo que pasa por la cabeza de alguien”. Bakshi agregó que el FBI recibe el respaldo de organizaciones como la suya para esclarecer el caso.
Un legado de heroísmo y olvido
Las Unidades Cero eran consideradas “la flor y nata, el 1% más selecto”, según el senador republicano Markwayne Mullin de Oklahoma, quien las homenajeó en un evento en Washington a principios de noviembre, junto a exagentes de la CIA. Estas fuerzas, entrenadas en leyes de conflicto armado y con operaciones revisadas minuciosamente, eliminaron amenazas talibanes y protegieron a tropas estadounidenses. La CIA priorizó su evacuación de casi 10.000 miembros en 2021, reconociendo su lealtad y valor.
Sin embargo, el reasentamiento ha sido un calvario. Miles viven sin permisos laborales, luchando por sustentar familias y agravando problemas de salud mental derivados del combate. “Si traes a gente aquí y no les haces sentir que hay esperanza, los estás dejando en una situación muy preocupante”, advirtió un portavoz de la 1208 Foundation, que asiste a afganos aliados de fuerzas especiales de EE.UU. “Los estadounidenses ven ahora a estas personas como parias, pero en realidad podrían suponer una gran ventaja para Estados Unidos si las utilizamos correctamente” en roles de seguridad.
Hace dos años, el excomandante afgano Mohammad Shah alertó al Congreso en una carta sobre una “crisis urgente”: “Sin su ayuda, estamos atrapados”. Shah mencionó suicidios en la comunidad por la “impotencia” ante solicitudes ignoradas. En julio de 2025, unos 3.000 miembros de las Unidades Cero aún carecían de estatus legal, según defensores. Regresar a Afganistán es inviable por la persecución talibán.
Organizaciones de derechos humanos, como Human Rights Watch, denunciaron 14 incidentes de abusos graves –incluidas ejecuciones extrajudiciales– entre 2017 y 2019, atribuidos en parte a inteligencia errónea. Miembros y exagentes de la CIA rechazan las acusaciones, enfatizando el entrenamiento riguroso.
La fallida Ley de Ajuste Afgano, propuesta bipartidista respaldada por veteranos en el Congreso, habría resuelto esta incertidumbre con vetos adicionales de seguridad. Tras cuatro años de intentos, no prosperó. Decenas de miles de otros afganos aliados enfrentan idénticos dilemas, solicitando asilo mientras esperan visas especiales de inmigrante.
Durante su primer mandato, Trump firmó el acuerdo de Doha que precipitó la retirada estadounidense, criticada por su ejecución bajo Biden. No obstante, en julio de 2025, Trump reconoció el mérito de aliados afganos: “Sabemos cuáles son los buenos… Vamos a ocuparnos de esas personas, las que hicieron un trabajo para nosotros”.
Andrew Sullivan, exoficial del Ejército y director de No One Left Behind, resumió el sacrificio: “Eliminaban a los actores malignos del campo de batalla y salvaban vidas estadounidenses, punto”. La tragedia de Lakanwal resalta un capítulo inconcluso de gratitud y apoyo a quienes arriesgaron todo por la causa estadounidense.
Imágen cortesía: Sin Texto
