Un grupo de 17 familiares de Joaquín “El Chapo” Guzmán, entre ellos su exesposa Griselda López y una de sus hijas, se entregaron de forma voluntaria a las autoridades de Estados Unidos el pasado viernes 9 de mayo en el cruce fronterizo de San Isidro, en Tijuana.
La entrega, que ocurrió alrededor del mediodía, habría sido coordinada con agentes del FBI que ya los esperaban en el lugar, según información difundida por el periodista Luis Chaparro. Los familiares, provenientes de Culiacán, llegaron al aeropuerto de Tijuana antes de trasladarse con varias maletas —algunas de alta gama— y más de 70 mil dólares en efectivo, de acuerdo con el mismo reporte.
Aunque no hay una versión oficial de parte del gobierno estadounidense sobre este suceso, se especula que esta acción estaría relacionada con un posible acuerdo judicial de Ovidio Guzmán López, hijo de Griselda López y del capo sinaloense. Ovidio, actualmente detenido en EE.UU., podría declararse culpable de los cargos en su contra el próximo 6 de junio.
Fuentes cercanas al caso señalan que una de las condiciones del presunto pacto entre Ovidio y las autoridades estadounidenses habría sido garantizar la seguridad de su familia, sacándolos del poblado de Jesús María, en Sinaloa, hacia territorio estadounidense con residencia legal.
Este movimiento ha generado especulaciones sobre el futuro de la facción conocida como “Los Chapitos” dentro del Cártel de Sinaloa. Algunos observadores lo interpretan como una señal de debilitamiento del grupo o un intento por anticiparse a un recrudecimiento del conflicto interno en la región.
Mientras tanto, el silencio oficial sobre el caso mantiene la incertidumbre sobre los términos del supuesto acuerdo y el destino legal de los familiares del Chapo Guzmán en suelo estadounidense.
¿Será este el principio de un acuerdo que les otorgue la tan buscada residencia en EE. UU.? Los detalles de su estatus legal aún son inciertos, pero el impacto de esta noticia resuena en todo el mundo.