La explosión del cohete Starship de SpaceX tras su lanzamiento el pasado 27 de mayo está teniendo consecuencias más allá del ámbito aeroespacial. Millones de fragmentos del artefacto —plásticos, piezas metálicas y restos de tanques— han comenzado a llegar a la costa de Playa Bagdad, en Matamoros, generando una seria amenaza ambiental.
Jesús Elías Ibarra Rodríguez, presidente de la organización ambientalista Conibio Global A.C., denunció públicamente la situación a través de redes sociales y advirtió que el impacto ecológico puede ser devastador, especialmente para la fauna marina y las comunidades pesqueras de la zona.
“Estamos ante un riesgo máximo de daño ecológico. Es urgente que las autoridades intervengan y que SpaceX asuma su responsabilidad por esta contaminación”, reclamó Ibarra Rodríguez.
El cohete Starship, desarrollado por la empresa estadounidense SpaceX, perdió el control de su propulsor sobre el Golfo de México, donde finalmente explotó, generando una nube de residuos que ahora comienza a afectar costas mexicanas. Los primeros reportes indican una significativa presencia de desechos tanto en la arena como en el agua.
Especial preocupación han expresado ambientalistas por la posible afectación a especies vulnerables como la tortuga lora, uno de los reptiles marinos más amenazados del planeta, que desova precisamente en playas del noreste mexicano. La presencia de plásticos y metales en su hábitat podría alterar sus ciclos de vida y reproducción.
Hasta el momento, no se ha informado de una respuesta oficial por parte de SpaceX ni de las autoridades mexicanas. Sin embargo, organizaciones civiles insisten en que se deben tomar medidas inmediatas para contener la contaminación y evaluar los daños ecológicos.
Este incidente vuelve a poner en el centro del debate los riesgos ambientales de la exploración espacial, particularmente cuando se realizan lanzamientos cercanos a cuerpos de agua y zonas ecológicamente sensibles.
Para muchas familias de Matamoros, que dependen de la pesca y el turismo en Playa Bagdad, el derrame de estos residuos representa no solo un riesgo ambiental, sino también económico. Mientras los restos del cohete siguen llegando a la costa, crece la presión para que haya respuestas y acciones concretas.
