Washington, D.C. – La fiscal general de Estados Unidos, Pam Bondi, ordenó este pasado lunes al Departamento de Justicia iniciar una investigación penal sobre los orígenes de la pesquisa que estableció la interferencia rusa en las elecciones presidenciales de 2016 a favor de Donald Trump. La decisión, que incluye la presentación de pruebas ante un gran jurado, sigue las recomendaciones de la directora de inteligencia nacional, Tulsi Gabbard, según informó una fuente anónima a The Associated Press.
Aunque no se han precisado los exfuncionarios que podrían ser investigados ni los cargos específicos que se considerarían, esta acción ha generado preocupaciones sobre el posible uso político del Departamento de Justicia. La medida revive uno de los capítulos más controvertidos de la política estadounidense reciente, en medio de críticas a la gestión de otros casos, como los documentos relacionados con Jeffrey Epstein.
La investigación sobre la interferencia rusa, liderada en su momento por el fiscal especial Robert Mueller, resultó en varias condenas de aliados de Trump, pero no halló evidencia de una conspiración criminal entre su campaña y Moscú. Sin embargo, Trump y sus aliados, incluida Gabbard, han cuestionado la legitimidad de estas conclusiones, publicando recientemente documentos desclasificados que buscan desacreditar la narrativa de la interferencia rusa y señalar supuestas irregularidades de la administración Obama.
Entre los documentos divulgados, destacan correos que muestran que funcionarios de Obama sabían en 2016 que los rusos no habían manipulado directamente los sistemas electorales estatales, aunque la administración nunca afirmó lo contrario, enfocándose en otras formas de injerencia. Por otro lado, el senador republicano Chuck Grassley y el director del FBI, Kash Patel, han señalado documentos que sugieren un supuesto plan de la campaña de Hillary Clinton para vincular a Trump con Rusia, aunque estas acusaciones carecen de corroboración sólida, según el informe de John Durham, fiscal especial designado en la primera administración Trump.
Durham, cuya investigación identificó fallas en la pesquisa del FBI pero no refutó la interferencia rusa, señaló que un correo clave, supuestamente ligado a Clinton, podría ser desinformación rusa. La investigación del FBI sobre Rusia comenzó en julio de 2016 tras un aviso sobre contactos entre un asesor de Trump y un diplomático ruso.
Este nuevo capítulo investigativo intensifica el debate sobre la politización de la justicia y reabre heridas de una de las contiendas electorales más polarizadas de la historia reciente de Estados Unidos.
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