Las recientes redadas migratorias ordenadas por el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés) han generado temor e incertidumbre entre trabajadores y empresarios en sectores clave como la agricultura, la ganadería y la hostelería en Estados Unidos. Estas acciones, intensificadas tras la asignación de una cuota de 3,000 detenciones diarias por parte de Stephen Miller, subjefe de gabinete de la Casa Blanca, han perturbado la estabilidad laboral y económica en varias regiones del país.
Rebecca Shi, directora ejecutiva de la American Business Immigration Coalition, que representa a 1,700 empleadores, señaló que las redadas han sembrado miedo entre los trabajadores, afectando la operatividad de negocios esenciales. En un caso en Nuevo México, una lechería quedó con apenas 20 empleados tras una redada que redujo su fuerza laboral de 55 personas. “No se puede apagar a las vacas; hay que ordeñarlas y alimentarlas dos veces al día”, destacó Beverly Idsinga, de Dairy Producers of New Mexico.
En Los Ángeles, Claudio González, chef de un restaurante en el barrio Little Tokyo, relató que muchos de sus trabajadores hispanos han faltado al trabajo por temor a ser blanco de ICE, independientemente de su estatus migratorio. “Sienten que se basa en el color de la piel”, afirmó. En el estado de Washington, rumores sobre redadas han reducido drásticamente la mano de obra en la cosecha de cerezas, dejando huertos con apenas un puñado de los recolectores habituales.
El presidente Donald Trump, tras recibir críticas de grupos empresariales y de defensa de la inmigración, anunció una pausa en las redadas la semana pasada, reconociendo en su plataforma Truth Social que estas medidas estaban afectando a “trabajadores muy buenos y con mucha antigüedad” en sectores clave. Sin embargo, el alivio duró poco. Tricia McLaughlin, subsecretaria del Departamento de Seguridad Nacional, advirtió que no habrá “espacios seguros” para industrias que, según ella, protejan a delincuentes o socaven los esfuerzos migratorios, lo que ha generado confusión sobre la política real del Gobierno.
La economía estadounidense, con una tasa de desempleo del 4.2%, depende en gran medida de la mano de obra inmigrante. Según la Oficina del Censo, en 2023, los trabajadores nacidos en el extranjero representaron el 38% de los empleos en agricultura y el 24% en preparación y servicio de alimentos. Además, un informe del Pew Research Center indica que el 75% de los votantes, incluido el 59% de los seguidores de Trump, reconoce que los inmigrantes indocumentados ocupan trabajos que los ciudadanos no desean.
Economistas como Torsten Slok, de Apollo Global Management, estiman que los trabajadores indocumentados representan el 13% de los empleos agrícolas y el 7% en hostelería. La afluencia de inmigrantes en 2022 y 2023 permitió un crecimiento económico sin inflación, con un promedio de 160,000 a 200,000 empleos mensuales, según las economistas Wendy Edelberg y Tara Watson, de Brookings Institution.
La incertidumbre generada por las redadas no solo afecta a los trabajadores, sino también a las empresas. Patrick Murphy, de Coastal Construction en Florida, destacó que estas medidas dificultan la planificación y aumentan los costos. Por su parte, Douglas Holtz Eakin, del American Action Forum, señaló que las detenciones de inmigrantes legales por parte de ICE están generando temor incluso entre quienes tienen estatus legal, lo que va en contra de los objetivos económicos de la Administración.
Las redadas y la falta de claridad en las políticas migratorias continúan generando un impacto significativo en la economía y en la vida de miles de trabajadores, dejando a empresarios y comunidades inmigrantes en un estado de constante preocupación.
Imágen cortesía: La Jornada