Estados Unidos

Su esposo dijo que se la había llevado ICE. Días después, la mujer apareció muerta en un bosque de California

Los Ángeles, 28 de agosto de 2025 – La familia de Sheylla Gutiérrez, una madre peruana de 33 años que buscaba el “sueño americano” en Estados Unidos, enfrenta el dolor de su asesinato y la lucha por repatriar sus restos, mientras las autoridades señalan a su esposo, Josimar Cabrera, como el principal sospechoso. Cabrera se entregó este miércoles a Interpol en Perú, según confirmó la organización.

Sheylla, quien emigró a EE.UU. en 2023 junto a su esposo y sus tres hijos pequeños en busca de una mejor vida, fue reportada como desaparecida el 12 de agosto tras no comunicarse con su familia desde el 9 de ese mes. Su cuerpo fue hallado siete días después, el 16 de agosto, en un bosque cercano a su residencia en Lancaster Boulevard, Los Ángeles, con múltiples heridas de arma blanca, según el informe preliminar de la oficina forense.

Ese mismo día, Cabrera llegó al aeropuerto de Lima con los tres hijos de la pareja, de 3, 5 y 9 años, quienes ahora están bajo el cuidado de la familia materna de Sheylla. La Policía Nacional del Perú lo detuvo brevemente, pero fue liberado por falta de una investigación formal en el país, ya que el caso corresponde a la jurisdicción estadounidense. Desde entonces, la familia de Sheylla no había tenido noticias de él hasta su entrega a Interpol.

Versiones contradictorias y evidencias

La familia de Sheylla, preocupada por su silencio, alertó a la oficina del sheriff del condado de Los Ángeles tras dos días sin contacto. Según Jesy Gutiérrez, hermana de la víctima, Cabrera ofreció explicaciones inconsistentes: primero afirmó que Sheylla había sido detenida por “la migra”, luego que sufrió un accidente y, finalmente, que se había ido con otro hombre. Tanto Sheylla como su familia estaban en proceso de ajustar su estatus migratorio en EE.UU.

El 13 de agosto, las autoridades divulgaron un video de seguridad que mostraba a Cabrera arrastrando un objeto grande cubierto con material desde el complejo de apartamentos donde vivían. Este hallazgo intensificó las sospechas sobre él. La Fiscalía del condado de Los Ángeles emitió el 22 de agosto una orden de extradición y arresto, acusándolo de homicidio. De ser encontrado culpable, Cabrera enfrenta una posible condena de 26 años a cadena perpetua.

El abogado de Cabrera en Lima, Roberto Robles, afirmó a medios locales que su cliente es “totalmente inocente” y que su detención inicial en Perú no tuvo una orden judicial formal, lo que le permitió quedar en libertad. Sin embargo, este miércoles, Cabrera se presentó voluntariamente en las oficinas de Interpol en Perú para responder por las acusaciones, según el comandante César Becerra. “No se ha declarado de ninguna manera, ha guardado silencio”, señaló Becerra, añadiendo que el proceso de extradición a EE.UU. ya está en marcha.

Una madre luchadora y un sueño roto

Sheylla, descrita por su hermana como una “mujer luchadora”, trabajaba incansablemente en EE.UU. con dos empleos: en una cadena de comida rápida durante el día y como conductora de taxi por las noches. A pesar de las políticas migratorias estrictas de la administración Trump, ella mantenía el optimismo. En una llamada con Jesy, expresó que sus hijos estaban “superbien” y ya hablaban inglés con fluidez. Nada hacía presagiar el trágico desenlace.

El dolor de la familia y la búsqueda de justicia

El 19 de agosto, familiares y amigos de Sheylla se reunieron en una iglesia en Breña, Lima, para una misa en su memoria. Con velas y camisetas con su imagen, exigieron justicia y la pronta repatriación de sus restos. Helga Rosillo, madre de Sheylla, pidió entre lágrimas a las autoridades peruanas y estadounidenses que agilicen el proceso. Según Jesy, repatriar el cuerpo podría tomar hasta dos semanas, un trámite que agrava el duelo de la familia.

La familia responsabiliza directamente a Cabrera por la muerte de Sheylla. Tras la misa, marcharon por las calles de Breña hasta la antigua casa de Cabrera, exigiendo su captura. Jesy expresó su frustración por la demora en rastrearlo, especialmente porque las autoridades peruanas tuvieron contacto con él en el aeropuerto y en una citación previa.

Mientras esperan la extradición de Cabrera y la repatriación de los restos de Sheylla, la familia enfrenta dos batallas: obtener justicia por su muerte y despedirse de ella dignamente. Para ellos, el sueño americano de Sheylla se convirtió en una pesadilla que aún no termina.

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