“Es una jaula”: Esposa de argentino detenido en “Alligator Alcatraz” relata su experiencia
Mónica Riveira, esposa de Fernando Artese, un argentino de 63 años detenido en el centro de detención de los Everglades conocido como “Alligator Alcatraz”, narró los duros días que vive su familia tras la detención de su esposo el 3 de julio en Jupiter Beach, Florida. El plan de la familia era abandonar Estados Unidos en una motorhome, documentando su viaje en un proyecto llamado Argentinomades, pero todo cambió cuando las autoridades descubrieron que la licencia de conducir de Artese estaba vencida y que su estatus migratorio era ilegal.
Artese había llegado a EE.UU. en 2014 desde las islas Canarias, España, tras haber dejado Argentina en 2001 debido a la crisis económica del “corralito” y luego enfrentar el colapso financiero global de 2008 en España. En EE.UU., montó una empresa de cámaras de seguridad y alarmas con ayuda de su cuñado, mientras su esposa y su hija, nacida en España, ingresaron legalmente con una visa de estudiante en 2018. Sin embargo, Artese había entrado con un visado ESTA, que expiró en 2015, dejándolo en situación irregular durante una década.
El incidente ocurrió cuando la familia, en su primera parada rumbo a “autodeportarse”, fue interceptada por patrulleros. Mónica sospecha que las autoridades los buscaron intencionalmente, asociándolos con trabajadores latinos. “Mi hija vio por los espejos cómo se lo llevaban esposado, fue una película de terror”, relató. Tras su detención inicial en el condado de Martin, Artese fue trasladado a “Alligator Alcatraz” por ser inmigrante indocumentado.
Riveira describió condiciones inhumanas en el centro, respaldadas por un informe de Human Rights Watch que denuncia hacinamiento, negación de atención médica y tratos degradantes. “Es una jaula, tal como lo han descrito senadores que lo visitaron”, dijo. Según ella, a los detenidos, incluidos 32 por celda, no se les permite salir al sol, y la comida es escasa: una manzana, una barra de cereal, papas fritas y un sándwich con mortadela y queso. “Hay días que no puede dormir, por el hambre”, afirmó, añadiendo que las duchas son forzadas a horas intempestivas y el aire acondicionado extremo agrava problemas de salud, como el dolor de garganta de su esposo.
El trato, según Mónica, es humillante: los detenidos deben caminar con las manos en la nuca. “Lo más doloroso es que muchos no cometieron delitos; son trabajadores que emigraron por sus familias”, expresó, destacando la contribución de Artese al país antes de ser tratado “como lo peor de lo peor”.
Tras casi dos semanas, Artese logró contactar a agentes de ICE, quienes le informaron que podría ser trasladado a otro centro donde recibiría visitas. Esto dio esperanza a la familia. Artese propuso pagar su pasaje a Italia o México y pidió un plazo para organizar su salida con su esposa, quien tiene la motorhome lista. Su plan es completar el viaje por tierra y declararlo ante un consulado. “Yo ya me quiero ir”, le dijo a las autoridades.
El Departamento de Seguridad Nacional sostiene que ICE ofrece “alimentación adecuada” y atención médica, pero Riveira insiste en la deshumanización y la necesidad de un camino legal digno para los migrantes.