El caso de Ryan Borgwardt, el padre de Wisconsin que fingió su muerte en el lago Green Lake y estuvo desaparecido durante casi tres meses, llegó a su desenlace judicial: fue sentenciado a 89 días de cárcel y a pagar 30 mil dólares en restitución por los gastos de la intensa búsqueda que provocó su huida.
El fallo, emitido el 28 de agosto de 2024, duplicó la pena solicitada por la fiscalía —45 días— con el argumento de que el castigo debía reflejar no solo los recursos invertidos, sino también el dolor y la incertidumbre que su desaparición causó a su familia.
Borgwardt había desaparecido el 11 de agosto de 2024 tras simular un accidente con un kayak en el lago Green Lake. Las autoridades encontraron flotando una caña de pescar, un chaleco salvavidas y otras pertenencias, mientras su vehículo y billetera fueron hallados cerca del lugar, lo que alimentó la hipótesis de un accidente fatal.
La búsqueda movilizó a equipos locales, federales e incluso internacionales durante más de 50 días, hasta que en octubre las autoridades descubrieron que el hombre había cruzado a Canadá apenas dos días después de fingir su muerte. La investigación reveló un plan meticuloso: había contratado un seguro de vida de 375 mil dólares, movido dinero a una cuenta en el extranjero y mantenía contacto con una mujer en Uzbekistán, con quien intentó comenzar una nueva vida en Europa del Este.
Durante la audiencia, Borgwardt se disculpó públicamente: “Lamento profundamente las acciones que tomé esa noche y todo el dolor que causé a mi familia y amigos”.
Su familia —su esposa y tres hijos— vivió semanas de angustia creyendo que había muerto ahogado, para después enfrentar la dolorosa verdad de que había decidido abandonarlos. El sheriff del condado de Green Lake, Mark Podoll, destacó la fortaleza de la esposa, a quien describió como “una mujer increíblemente fuerte” que enfrentó con entereza el engaño y la posterior revelación.
El caso dejó al descubierto el alto costo emocional y económico de una desaparición fingida, y marcó un precedente judicial al imponer una sentencia que simboliza, día por día, el tiempo que el hombre decidió desaparecer de su propia vida.