La Guardia Costera atribuye la muerte de los cinco ocupantes a un fallo catastrófico pero desconoce si se produjo al romperse las comunicaciones o estuvieron atrapados en las profundidades del océano en un cilindro claustrofóbico en el que se iba agotando el aire.
“Imagine un tubo de metal de unos metros de largo con una placa de metal como piso. No puede ponerse en pie. No puede arrodillarse. Todo el mundo está sentado junto a otros o encimas los unos de los otros. No puede ser más claustrofóbico”. Así describía el aventurero alemán Arthur Loibl el sumergible Titan, en el que había viajado dos años antes en lo que comparó con “una misión suicida”.
Su viaje a las profundidades del océano Atlántico, donde reposan los fantasmales restos del Titanic, se retrasó en varias ocasiones por problemas técnicos. Durante el descenso, que duró dos horas y media, apagaron las luces para ahorrar energía. La única luz a bordo era una varita fosforescente. “Tienes que estar un poco loco para hacer algo así”, contaba a la agencia The Associated Press mientras el mundo entero aguantaba la respiración a la espera de noticias del Titan, cuya conexión por satélite con el buque que le esperaba en la superficie se cortó el domingo pasado una hora y 30 minutos después de iniciar otro descenso hacia el pecio del Titanic.
El diario The Wall Street Journal reportó el jueves sin embargo que un barco ultrasecreto de la Marina diseñado para detectar submarinos enemigos escuchó un estallido que identificó como el que acabó con el Titan unas horas después de que el sumergible iniciara su descenso el domingo. La Marina, según el diario y la cadena de noticias ABC, estuvo rastreando en busca del Titan casi desde que se perdieron las comunicaciones, según una fuente del Pentágono, y poco después de su desaparición detectó un sonido que sospechó que era una implosión cerca de donde se hallaron los restos finalmente el jueves.
NBC News, cadena hermana de Noticias Telemundo, confirmó por una fuente de la Marina que se detectó una explosión o implosión cerca de donde estaba el sumergible cuando se perdió el contacto.
En el caso de una explosión, la presión aumenta dentro de un espacio contenido –por ejemplo, un globo– hasta que el material que contiene el gas, en este caso el látex del globo, no es capaz de aguantarla y estalla. Una implosión es el fenómeno inverso: un espacio contenido –por ejemplo, un sumergible– no puede sostener la presión ejercida por una masa exterior, en este caso el agua, sobre su estructura y termina colapsando hacia su interior.
A los 13,000 pies (3,962 metros) de profundidad que se encuentran los restos del Titanic, que se hundió en las primeras horas del 15 de abril de 1912, durante su viaje inaugural desde Southampton (Reino Unido) a la ciudad de Nueva York, la presión del agua puede equivale casi a 400 veces la que se registra en la superficie del mar.
La tragedia del Titanic cobró la vida de más de 1,500 personas, de un total de 2,400 entre pasajeros y tripulantes.
Aunque los dueños del Titan aseguraron en varias ocasiones que el sumergible era seguro y que había pasado por varias pruebas, en realidad la embarcación no recibió una certificación independiente para realizar el tipo de viajes que hacía.