CIUDAD JUÁREZ, México — Asolada desde hace tiempo por la violencia de los cárteles de la droga, en Ciudad Juárez se ha levantando un campamento improvisado justo al lado del centro de detención de migrantes en el que murieron 40 personas en un incendio a finales de marzo y que ha desencadenado una amplia investigación del sistema de migración de México.
Ahora tapiado, este edificio es un inquietante recordatorio de lo peligrosa que es esta crisis humanitaria. Los niños juegan en la calle junto al hedor de los retretes portátiles. Una niña limpia ropa en un cubo de agua.
Una semana antes de que el Gobierno de Estados Unidos ponga fin a la restricción fronteriza de la era COVID-19 conocida como Título 42, un número cada vez mayor de migrantes esperan en el limbo, convirtiéndose en un reto cada vez más importante para la Administración del presidente, Joe Biden, en su intento por frenar la llegada masiva de migrantes.
Un hombre de Guatemala que sólo facilitó su nombre de pila, Adair, dijo que lo más duro de la espera en Juárez es intentar sobrevivir sin un lugar donde ir al baño o ducharse. Durante su recorrido hacia el norte, casi fue asaltado tratando de atravesar México, explicó, y ahora valora la posibilidad de cruzar a Estados Unidos con su esposa y su hijo de 2 años antes de la próxima semana.